¿acaso alguien me obligó a cubrir la niebla con mis pieles?
busqué en la antigua ruina
cuando el cielo cubría mi pecho
de accidentes encontrados y melodías espantadas.
encontré recetas, insectos masticando sombras
flechas, figuras, fantasmas.
giré cuando hube terminado de caerme.
hice que sea tarde pensando que mis niñas envejecían.
inesperadamente
jabalí, animal hediondo, hostil, hueso de la infamia
lava las larvas, luce los lirios
llama como quien llama antes de nacer y huye
mirando el cuerpo ausente de la infancia
nutre de barro todos los agujeros de la memoria
oyendo ahora cantos de magas moribundas, de torpes magas
partiendo hacia orillas desmembradas
queriendo revitalizar con sal la herida seca, cáscara del tiempo
rayando el vidrio de los ojos, invadiendo.
son las voces grises de quienes aman detrás de las paredes
tiritando, convulsionando
usando las palmas de las manos como única verdad.
¿viven entonces en mí los unicornios tuertos que alguna día me sacaron de mi
cuerpo y me llevaron a las casas del lenguaje deshidratado?
¡ya!
zambullime...
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